Como continuación del
libro anteriormente comentado, Sor Lucía nos muestra cómo las actividades de la Iglesia actual,
especialmente el cuidar de los enfermos, enseñar a los niños en las escuelas,
dar de comer a los pobres y demás zarandajas de esa especie son cosas arcaicas
y del pasado que no responden en absoluto a las necesidades de las sociedades
democráticas avanzadas.
En su lugar, la autora nos enseña que la misión principal de
la nueva Iglesia ha de ser la de extender los salvíficos efectos del sacramento
de confesión a toda la sociedad. No obstante, siempre hay sujetos
reluctantes, refractarios, renuentes, recalcitrantes o simplemente tímidos que
son especialmente reacios a confesar sus pequeños desviacionismos y que
necesitan ser adecuadamente persuadidos para que los cuenten con todo lujo de
detalles y dejen de cargar con ese terrible peso en sus conciencias.
Por supuesto, las nuevas tecnologías juegan un importante
papel en esta nueva Iglesia. Los avances en la generación, gestión y
transmisión de bases de datos electrónicas, aplicados al secreto de confesión,
evitarán mucho trabajo a la Policía Popular
en la tarea de detener, clasificar y procesar a tanto traidor, beato, liberal,
conservador, burgués, imperialista, sionista, homosexual, disidente, asocial,
marginal, pervertido sexual, socialmente indeseable, trotskista o simplemente
desafecto al progresismo como hay actualmente en nuestra sociedad.
Como oferta promocional con el libro se regala el kit básico
del buen chekista, consistente en unas esposas, un puño americano, una porra,
una batería con pinzas conectadas a los electrodos y un magnetófono para que
puedas empezar a realizar la autocrítica a tus queridos vecinos, especialmente
al fascista ese, el presidente de tu comunidad, que va largando por ahí que no
pagas tus recibos.
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